Parábola: "El gusanito"
Alguna vez iba un ser arrastrándose por la tierra. Se contemplaba a sí mismo como el más horroroso de los gusanos y decía: "Por qué soy un gusano?. Condenado a arrastrarme por la tierra a veces tan dura, a veces tan fría, a veces tan caliente, pero siempre, la más horrible de las tierras?".
Y cuando sentía que arriba de él había un bello horizonte y habían seres vivos, caminando, volando y danzando, se preguntaba: "Por qué?", y seguía quejándose y sintiéndose mal por ser un gusano.
Se acercó a un lago y se reflejó en él, era tan limitado... tan limitado su andar, que se cayó al agua y sufrió y sufrió porque se ahogaba. Más, de pronto, las mismas aguas, más frías que la tierra fría de la que se quejaba, y más dolorosa que no le permitían respirar, las mismas aguas le llevaron hasta una roca.
Cuando llegó a la roca, sintió gratitud por poder respirar, mas poco le duró la gratitud pues volvió a quejarse diciendo: "Ya ni siquiera puedo arrastrarme por largos trechos, pues estoy en una pequeña roca entre las aguas... Qué infortunado ser! He de morirme de hambre!". Y de tanto y tanto quejarse... de nuevo, volvió a caerse a las aguas. Y de nuevo sufrió tanto, tanto y tanto dolor... mas las mismas aguas le llevaron hasta un hermoso valle. Cuando llegó a él sintió gratitud y dijo: "Puedo de nuevo arrastrarme por grandes trechos y puedo de nuevo respirar y buscar las hojitas que me alimenten". Entonces, sintió la más profunda de las aceptaciones y la inmensa gratitud de ser un gusano... en la tierra.
En medio de la gratitud y de la aceptación, se contempló y vio muchos cambios en su figura de gusano: había más pelos que los que antes había y habían unas extrañas antenas...brotando. Entonces, se sintió tan bello y tan enaltecido, y pensó que su aceptación y su gratitud le habían embellecido con unos pelitos y que los pelitos no le permitían sentir frío.
Siguió avanzando, cantando y silbando mientras trepaba por un árbol. De pronto, cuando estaba en una altísima rama, se quebró y el gusano cayó, pero cuando estaba descendiendo se dio cuenta de que tenía alas, que podía volar y alcanzar nuevamente la copa del árbol y voló y voló y voló hasta que llegó a la roca que un día le rescató la vida.
Y cuando se posó sobre la roca, se reflejó en el lago y se contempló como la más hermosa de las mariposas de colores, dueña del más bello vuelo. Y se dio cuenta de que jamás había sido un gusano, que sólo era una larvita en espera de su proceso de revelación hacia una hermosa mariposa de colores brillantes. Así fue como levantó su vuelo y en vuelo ascendió a los cielos y cantó a los ángeles y se confundió con los coros, y se acercó al rostro de Dios y le mostró sus colores.
Estamos en un camino de crecimiento y aprendizaje, como el capullo que atraviesa un proceso de transformación para que las alas puedan desplegarse. En el interior ya existen todos los recursos necesarios para liberar todo el potencial, sin embargo, se requiere pasar por etapas, cambios y momentos de dificultad para reconocer la grandeza que reside en el interior.